COFRADEMANIA

lunes, 29 de diciembre de 2008

La Navidad de Taizé


Seguro que les resulta familiar la colina de Taizé, esa eterna primavera en palabras del Papa Juan XXIII. En la Borgoña francesa se erige una pequeña colina, a escasos diez kilómetros de Cluny, donde un hombre soñó que todos los cristianos podíamos vivir unidos. Esa sensación realmente nació en Ginebra, donde nació, y le acompañó durante toda su vida de vocación y oración.
No seré yo quien les relate aquí la vida y milagros del hermano Roger, y digo abiertamente lo de milagros, porque para muchos ese hombre marcó un nuevo camino a recorrer para todos los creyentes del mundo. En pocas ocasiones una personalidad seduce de esa manera a propios y a extraños, convirtiendo las diferencias entre culturas en puntos de acercamiento y profundización fundamentales para conseguir el complicado objetivo de unir, trenzando caminos entre las diferentes religiones en torno a Jesús, el Cristo.
Durante su vida, muchas dudas y una clara evolución, dejando de lado el acercamiento y cuidado de los más desfavorecidos de la II Guerra Mundial para pasar a convertirse en un ídolo de masas, un nuevo profeta en tiempos donde la palabra y la acción son más necesarias que nunca. Y por supuesto, sin él quererlo. En muchas ocasiones, el hermano Roger se maravillaba del milagro que veía cada semana en la pequeña comunidad de Taizé, cuando miles de jóvenes llegaban desde todas las partes del mundo para unir sus culturas y religiones en torno a cánticos repetitivos y melódicos, en tres sesiones diarias. Venir desde Mejico, España o Polonia hasta Taizé, para rezar... Ese era el milagro.
Pues el milagro, años después del asesinato del hermano Roger cuando tenía noventa años a cargo de una desequilibrada en la oración de la tarde, continúa. Ese milagro sigue vivo, y Taizé sigue siendo esa fuente fresca para una Iglesia cada día más apagada y abducida por los nuevos valores de la sociedad actual.
Tuve la suerte de alojar en mi casa a uno de los hermanos de la comunidad, el hermano José Ramón, que me enseñó en épocas muy difíciles de mi vida que para superar los problemas había que tener una alegría serena y paz interior de corazón. Y con él estuve hablando largo y tendido sobre los encuentros que cada año se hacían por todos los lugares del mundo, en pequeñas escalas de peregrinaciones de confianza a través de la tierra.
Porque yo soy uno de los que ama Taizé. Uno de los que ya no entendería su catolicismo y cristianismo sin el espíritu del hermano Roger. He tomado las uvas por todo el mundo, fui a Taizé en viaje relámpago para asistir en primera persona al funeral del hermano Roger, y he confiado en la unidad de los cristianos por ciudades tan dispares como Varsovia, Milán, Ginebra, Hamburgo, Budapest, París o Montreal. Siempre de la mano de un buen amigo, que descubrió que su vida no estaba en Granada construyendo autovías, sino en Nueva York, planificando rutas para los más pobres de África.
Todo eso he descubierto gracias a Taizé, ese milagro que está en la Borgoña francesa. Lo mismo que imagino que habrán descubierto los amigos del Soberano Poder, que cada año repiten la experiencia y a los que puedo asegurar, y de primera mano, que se espera con cariño por la Colina cuando Julio está muriendo. Y lo que viviremos en Sevilla en mayo, en una nueva etapa de esta peregrinación de confianza a través de la Tierra.
Y sobre todo, he descubierto que la Navidad no es un carrito de la compra lleno del Corte Inglés, ni una cerveza fresquita o una zambomba en Rivero. He descubierto que la Navidad se puede vivir aun estando solo, porque el Niño Dios nace en los corazones de los más necesitados.Y todo esto te lo quería contar hoy, porque esta es la primera Navidad que paso en Jerez desde hace diez años.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 28 de diciembre de 2008)

jueves, 25 de diciembre de 2008

Una luz capaz de iluminar el Mundo

Feliz Navidad. A todos sin excepción, porque el Niño Dios nació en un pesebre para toda la Humanidad. Así que es turno de que nosotros, los que nos llamamos cristianos, creamos firmemente que un mundo mejor depende de nosotros, de nuestras iniciativas e ilusiones. Que nadie nos robe la intención de colaborar con pequeñas acciones a que el mundo sea más solidario, más justo y cargado de esperanza.
Hoy es el día en que todos debemos darnos la mano, y acudir humildes a adorar en los pesebres cotidianos a los que nacen sin nada, a los que viven sin nadie. Es día de felicidad en familia, pero también de acordarse del que la perdió. Es sin duda una jornada en la que todos debemos ser partícipes de esta gran fiesta que es la Natividad de Cristo, y que celebraremos hasta el próximo seis de enero.
Por tanto, para todos sin excepión, Feliz Navidad. Que el alumbramiento de Jesús, el Cristo Resucitado, remueva nuestros corazones y nos acerque a un nuevo año cargado de felicidad, amor y salud.
Vamos a Belén, que cuentan que ha nacido una luz capaz de iluminar al Mundo... ¿Nos la vamos a perder?

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Si te encuentra la Esperanza



Madrid. 18 de diciembre. Y sí, aquí también es la festividad de la Esperanza. Porque la Esperanza, como bien dice el refrán, es lo último que se pierde. Da igual que estés en Jerez, Sevilla o en la capital de España. Los que somos devotos de la Esperanza, lo somos en cualquier lugar del mundo. Así que cada dieciocho de diciembre miramos hacia nuestro corazón, que es donde puedes encontrar siempre a la Virgen, para darle gracias por tener una de las advocaciones más perfectas que jamás se inventaron.
Porque no lo podemos negar, siempre hemos acabado acudiendo a suplicar un último aliento, un nuevo empujón que nos acerque a los objetivos fijados. Por muy autosuficientes que seamos, siempre tenemos un momento de debilidad en el que creemos que no podemos más, que no tenemos fuerzas para seguir. Problemas personales, familiares, laborales o de otra índole pueden llegar a hacernos creer que todo está terminado, que no hay manera de seguir adelante con los proyectos que teníamos en mente. Y por eso, siempre es bueno que tengamos una Esperanza a la que agarrarnos con fuerza y decisión. Una madre, que nunca nos deje solos en el camino.
Y luego, pues le ponen ustedes el apellido que quieran. Le pueden decir Esperanza de la Yedra, y entonces les llegará una brisa de hierbabuena por el balcón de su casa, mientras su cara del color de las aceitunas inunda con pasión tu mirada, tus sentidos. Ese aroma a nardo y canela que sólo se huele por la Plazuela, cuando la Virgen encara las Puertas del Sol y se entrega a un barrio que la espera impaciente cada mañana del Viernes Santo, cuando las fraguas están ya remitiendo.
O le pueden decir de San Francisco, y entonces un aire de misticismo, romanticismo y misterio se apoderará de sus lamentos, para arroparlos con una nana silenciosa, cantada bajito, como sólo una madre sabe cantar a su hijo para que se duerma. Esa cantinela suave y cariñosa que calma tempestades. Ese momento íntimo que sólo sabemos valorar los que algún desafortunado día lo perdimos. Esa mirada perdida desde un convento céntrico del Jerez antiguo que es mirada de ternura.
También pueden decir que es expectación de María, y entenderán por qué los cofrades de la avenida no saben contentarse con la portentosa estampa del Cristo de la Defensión, y necesitan de la mirada dulce de su Virgen de la O para completar el gran misterio de su fe.
Pueden llamarla como quieran, les decía. Incluso como hago yo cuando la Yedra me abandona cada Madrugá para que pueda fundirme con mi ruán y esparto, y paso a llamarla Esperanza Macarena. Porque con mi ingreso en esa cofradía de Sevilla saldé una deuda que habla de enfermedades, y de rezos, y de esperanza, y de una mujer que sacrificó su vida por la de otros, y que me enseñó a amar la Semana Santa desde la puerta del Banesto de la Rotonda de los Casinos. Y salir con la negra túnica que llevó mi padre una vez de su Cristo de San Miguel, y la medalla de la Macarena en algún sitio escondida, no hace sino reafirmar mis creencias y mis propias raíces.
Así que llámenla como quieran, pero por nada del mundo dejen de lado a la Esperanza, porque Ella nunca les abandona a ustedes. Será siempre la centinela y guardiana de sus peores momentos, el bastón fuerte donde poder apoyarse y la llave que abrirá los portones donde se esconden las mejores soluciones.
No la olviden, pero si se les ocurre hacerlo, tampoco se preocupen. Ella saldrá a su encuentro, estén donde estén. Como ha hecho hoy, 18 de diciembre, conmigo, en la Colegiata de San Isidro de la capital de España. Aparecerse, como por arte de magia, para recordarme que Ella es, ante todo, Esperanza. Y en Madrid, también Macarena.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 21 de diciembre de 2008)

lunes, 15 de diciembre de 2008

Hermandad o negocio...


Todavía no hemos hecho cuentas por San Miguel de la zambomba que tuvimos el pasado sábado al mediodía. O si las han hecho, yo no me he enterado. Pero el día fue redondo en la Casa de Hermandad del Santo Crucifijo. Otros años ha habido siempre gente, pero el cambio de horario de la zambomba resultó un aliciente para que los hermanos se volcaran con esta tradicional cita de diciembre en nuestra corporación.
Ver la barra llena de hermanos trabajando, las mujeres regalando los guisos que luego se venderían, el patio de la casa lleno a rebosar, las bromas entre todos nosotros, los agobios de algunos, las invitaciones de otros... Sin duda, uno de los días más interesantes de cuantos he podido vivir en mi casa. Así que gracias a todos por recordarme que una zambomba se hace, principalmente, para cantarle al Niño Dios en familia, y no para ganar dinero a costa de vender la iniciativa a un bar. Gracias a todos por dar sentido a estas fechas navideñas, que alguno hace tiempo que perdimos la ilusión por muchas cosas. Y con ratos así, es como sin duda se recuperan.
Foto: Javier Fernández (www.lavozdigital.es)

domingo, 14 de diciembre de 2008

Nunca un silencio dijo tanto

Es curioso, muy curioso. Estamos rodeados de grandes comunicadores, de encantadores de serpientes que nos venden las gestiones de sus cofradías como si fuera la campaña política de Obama en América. Actualmente buscamos para nuestros dirigentes perfiles preparados, con grandes dosis de diplomacia y cultura, políticamente correctos y que sepan a la perfección qué hacer ante situaciones adversas, amén de saber de cofradías, bandas, flores y gusto estético. Y me paro en esto último, porque si lo analizamos, los cofrades tenemos una estética heredada que, con honrosas excepciones como puede ser el palio de la Concepción de Sevilla, no nos permite salirnos de lo convencional. Así que por gusto estético entendemos en esta región de Andalucía copiar y fusilar lo ya hecho durante siglos. Así nos va...
Esto es lo que buscamos para que nos represente, al nivel que sea. Y no está mal la elección, dicho sea de paso. Pero el homenaje que se le rindió el pasado martes al bueno de Manuel Mesa Román, más conocido como Manolito el del Huerto, y probablemente la cercanía de las Navidades, que ablanda todos los corazones, me hizo reflexionar sobre el valor del silencio.
Porque nadie habrá escuchado nunca nada de la boca de Manolito. Absolutamente nada. Y sin embargo, lo dice todo. Absolutamente todo. Si le preguntas por cualquier hermandad, se lleva una mano a la boca, y te lanza besos, exaltando de la manera más emocionante las virtudes que toda cofradía tiene, para luego, imitarte el Cristo al que le tienes una devoción particular (a mí, por ejemplo, siempre que me ve me pone los brazos en cruz, imitando la postura de Uno que cuelga en San Miguel y en el cabecero de mi cama). Y se los sabe todos, conste. Manolito se sabe todas y cada una de las hermandades de las que somos los cofrades de Jerez.
Sin embargo, la figura de Manolito el del Huerto ha trascendido de las cofradías. Su estampa se ha agigantado, mostrando a la sociedad jerezana los verdaderos valores que los cofrades deberíamos tener: amor, solidaridad, verdad, compromiso, alegría, y otras tantas que sería interminable enumerar.
Por eso me gustó la presencia de la primera autoridad de la ciudad, Pilar Sánchez, en el homenaje a Manolito el pasado martes en Curtidores. Y más me gustó ver que el resto de fuerzas políticas de la ciudad quisieron unirse a este homenaje, dando una imagen de unidad ante la grandeza de la simplicidad de este querido cofrade. Y me gustó ver que muchos hermanos mayores mayores quisieron acompañar al Consejo en el mejor acto que nunca se ha hecho en la sede de la Unión de Hermandades. Y que los compañeros de todos, repito, todos los medios de comunicación quisieran cubrir el evento, y que la familia de Manolito nos permitiera hacerle este sentido homenaje.
También me gustó el Belén de Juan Mateos, impresionante, y que se tuviera la delicadeza de presentarlo después del reconocimiento público al cofrade del Huerto, y me emocionó la carta de Juan Infantes destacando los valores y virtudes de Manolito, compartí con la Junta de Gobierno de la hermandad que preside José Manuel Medina Lechuga la papeleta de sitio número uno perpetua que se le entregó, así como su nombramiento como hermano de honor de la cofradía del Huerto y las palabras de Juan Jacinto del Castillo, calificando a Manolito como el verdadero Rey Mago de las hermandades de Jerez. Un gesto que hasta Sus Majestades Melchor y Baltasar, presentes en el acto, aplaudieron.
Me gustó todo esto el martes. Y me gustó la sonrisa de Manolito. Y el beso que fue dando a todos los que estuvimos. Y lleva razón la alcaldesa... Es un beso que quita todas las preocupaciones.
(Artículo publicado en La VOZ, el 14 de diciembre de 2008. Foto: Juan Carlos Corchado)

domingo, 7 de diciembre de 2008

Una noche en la Opera

No sé si ustedes han vivido alguna vez una noche en la ópera. Si no es así, les aconsejaría que se olvidaran de tópicos que hablan de público mayor, generalmente de perfil económico medio-alto, culto y resabiado. La ópera es hoy por hoy para casi todo el mundo, con precios más ajustados que los de hace algunos años, y viviendo un momento de esplendor en cuanto a intérpretes y producciones.
Esta semana he estado en Valencia, viviendo una de las noches más especiales que recuerdo. Plácido Domingo cantaba el rol de Orestes, de Iphigenie en Tauride, y hasta el Palau de las Arts de la capital valenciana me desplacé expresamente para verlo. Soy habitual de las producciones líricas del Teatro Villamarta, y he tenido la suerte de estar en el Teatro Real, o en el Met de Nueva York, donde siempre recordaré la ópera Turandot, de Puccini, con producción de Franco Zeffirelli.
Pues hombre, no les mentiré. Esta ópera no estaba al alcance de cualquiera, por distancia en kilómetros, y por precio de la entrada. Pero ver al gran Plácido Domingo en directo es una satisfacción que siempre recordaré, y realmente el Palau de Valencia es uno de los escenarios más importantes del mundo. Y cuando lo que se vive, se disfruta, es realmente bueno, el costo pasa a ser secundario.
Por cierto, que nuestro Ismael Jordi estuvo espléndido. A su mejor nivel... La crítica a nivel nacional así lo destacó. A ver si lo terminamos de valorar por nuestra tierra...

Buscando un Refugio...


Creo en las nuevas hermandades que van saliendo, porque creo en la Divina Providencia y en el trabajo bien hecho. En ambas cosas casi por igual, aunque reconozco que la balanza todavía, y espero que por muchos años, se inclina más por lo divino que por lo humano. Confío en ellas porque están asumiendo un protagonismo inusitado en la última década, y posiblemente todavía nadie haya hecho un análisis profundo sobre el cambio drástico que nuestra Semana Santa está experimentando con la llegada de hermandades como la Clemencia, el Soberano Poder, el Consuelo, la Redención o ahora la Paz.
Sin duda, las hermandades de nueva creación están asumiendo unas competencias que no serían de recibo si las cofradías más antiguas y con más solera de la ciudad no pasaran por una sonada crisis de ideas, dinero y personas. Y si profundizáramos algo más en esto, la verdad que no sabría decir cuál de las tres es más preocupante, pero lo cierto es que muchas de nuestras más arraigadas cofradías no son sino la sombra del esplendor que viven el día de su salida procesional, por mucho que nos duela reconocerlo públicamente.
Pues en medio de este desierto cualitativo y cuantitativo, apareció como un oasis hace ya más de una década la hermandad de la Clemencia, con las bendiciones del que era obispo de la ciudad, Rafael Bellido Caro, y la incertidumbre del resto de las cofradías jerezanas, que hablaban de imposibilidades geográficas y monetarias para ser una hermandad siquiera de media tabla, permítanme el simil futbolístico. Hoy en día, a la Clemencia se la distingue como una de las hermandades con más categoría a la hora de preparar el Vía Crucis, con un paso de misterio a la altura del mejor de Jerez, una imagen titular popular y carismática y un cortejo de nazarenos que ha servido de ejemplo incluso para las cofradías más serias de la ciudad, gracias a su compostura y elegancia, y sobre todo, gracias a la velocidad de paso de esta cofradía del Martes Santo, que situó el Polígono de San Benito más cerca de la Carrera Oficial que muchas barrios a los que se llega por la calle Francos.
Abrió el camino la Clemencia, y muchos otros cogieron el testigo una vez pasado el estallido que supuso su primera incursión en la Carrera Oficial, allá por la Magna. Porque lo complicado, y eso fue lo que enseñó esta hermandad, no era ser fundada, sino mantenerse una vez pasada la fiebre. Como todo en la vida, lo dificil es mantenerse una vez llegado a tu techo, o aparentar al menos que tu techo está lejos todavía.
En esas están los amigos de la Clemencia, y el mismo camino están ya recorriendo, con mayor o menos fortuna, hermandades como el Soberano Poder, con un ejército de jóvenes y un barrio por detrás empujando, o el Consuelo, con sus trazas de cofradía añeja y gusto estético sin comparación. Y en la línea de salida, se coloca la hermandad de la Paz, mirando al horizonte y sin ver siquiera un dorsal al que agarrarse en esta carrera desenfrenada por colocarse en los primeros puestos de la órbita cofrade de la ciudad.
Pues más que correr, yo les aconsejaría que siguieran su ritmo, porque hasta ahora bien que les está yendo. Con un proyecto de paso de misterio de campanillas, un barrio ansioso de incienso, un Jerez cofrade criticando (para bien y para mal, como a las grandes, y ese es el mejor síntoma) y un grupo humano de mucha categoría. Hoy bendicen a su imagen titular dolorosa, y la han querido llamar Refugio. Y me gusta esa advocación. Mucho, además. Me suena a Amparo, Socorro o Patrocinio, que son las virtudes más importantes de una buena madre.
Pues ese es mi consejo... Buscar un buen Refugio, para cuando las cartas pinten bastos. Que pintarán...
(Artículo publicado en LA VOZ el 7 de diciembre de 2008. Foto: www.lavozdigital.es)

lunes, 1 de diciembre de 2008

Ronda, la ciudad soñada


Ronda, ciudad soñada por poetas y pintores. Ciudad donde ser bandolero es un arte, y donde la arquitectura se da la mano con la naturaleza creando escenas de singular belleza como el Puente Nuevo que une las dos partes de la ciudad, la antigua y la nueva.
Con una oferta hostelera de primera categoría, pasar un fin de semana en Ronda es sin duda una buena elección, y encima, barata. A escasos 115 km de Jerez, puedes elegir llegar en coche por el camino más corto, o perderte por la sierra de Grazalema, disfrutando de las montañas y los paisajes. Laderas sin tocar por la mano humana, ríos serpenteando las colinas, cielos plagados de nubes que te abrazan cuando la carretera llega a su punto más alto, precipicios que hacen galopar las sensaciones por las venas...
No lo dudes, y prepárate a degustar los platos típicos rondeños, como el rabo de toro, la morcilla frita de la serranía o unas buenas migas con uvas, regado con los buenos vinos que ofrece la provincia de Málaga.
Piérdete por sus recoletas plazas, donde descubrirás la belleza de las fachadas encaladas y los pozos en los patios antiguos, escóndete por sus esquinas, siente la belleza de la naturaleza bajando hasta una de las gargantas que ofrecen espectaculares vistas del Tajo, pasea por la calle la Bola, compra dulces y mantecados en Las Campanas, peca comiendo las deliciosas Yemas del Tajo...
Escápate un fin de semana, no te arrepentirás.