COFRADEMANIA

domingo, 18 de octubre de 2009

La Flagelación viaja a la Catedral en busca de su propio pasado


Es una de las historias más conocidas de la iconografía jerezana, quizá porque la de la Amargura es una de las cofradías más mediáticas de la ciudad. Desde su autoría hasta mediados del siglo pasado, la imagen del Señor Flagelado ocupó uno de los retablos de la Santa Iglesia Catedral, concretamente el que actualmente ocupa Nuestra Señora de Belén. Por tanto, lo que hoy ocurrirá no es otra cosa que el regreso a casa de la imagen de Jacome Baccaro, que regresa a la Catedral para presidir los cultos que la cofradía le va a dedicar con motivo de su 250 aniversario.
Empieza por tanto la semana más importante de la cofradía del Miércoles Santo, aquella en la que la imagen del Santísimo Cristo de la Flagelación ha de ir y volver desde la Santa Iglesia Catedral hasta la iglesia de los Descalzos. Si bien hoy lo que veremos será un sencillo traslado, pero con la categoría que nos tiene acostumbrados la cofradía que preside José Carlos Galán, el próximo sábado se vivirá uno de los días más intensos que se recuerden por la calle Medina, ya que el misterio completo, mandado por su capataz Francisco Yesa, será el que procesione desde el primer templo jerezano hasta la que actualmente es su sede canónica.
Una semana por tanto repleta de emociones que se complementa con las actividades formativas extraordinarias que está desarrollando la hermandad de la Amargura en el Casino Jerezano.
C orría el año 1749, y el Barroco vivía sus últimos esplendores. Por aquel entonces, un joven Jacome Baccaro, con apenas 25 años, trabajaba en su taller en la confección de un Señor Flagelado que presidiría un altar del primer templo de Jerez, ciudad donde estaba afincado pese a ser de origen genovés. Apenas comenzaba su vida profesional, que le llevaría a realizar otros encargos preferentemente para la provincia de Cádiz, pero sus habilidades ya estaban más que demostradas.
Por encargo del canónigo Gutiérrez de la Vega, el artista concluyó su obra en 1750. Se da la circunstancia de que este sacerdote era un erudito teólogo que sentía especial pasión por este momento de la Pasión de Cristo, y encargó al artista una talla que moviera a la devoción y al fervor popular, y la instaló en uno de los retablos de la seo jerezana. De hecho, en la propia columna, el artista dejó inscrita la siguiente inscripción: «Este Señor de la Columna lo hizo Don Jacome Baccaro, en el año de 1749, y lo costeó el Señor Don Francisco Gutiérrez de la Vega, canónigo de esta Colegial de Jerez».

No fue hasta la década de los cuarenta del Siglo XX cuando la hermandad de la Amargura se trasladó a la que hoy es su sede definitiva, la iglesia de los Descalzos, pese a que se fundó en el año 1928. Y cuando lo hizo se procedió a redactar un acta en el que se hizo constar que el Ilustrísimo Cabildo Colegial cedía a la Hermandad en calidad de depósito la imagen del Santísimo Cristo de la Columna. Este documento lo firmaron el Presidente del Cabildo Colegial Sebastián Jiménez Barba y el Prioste Presidente de la Cofradía Enrique del Pino y Balbotín.
Esta es la historia que está celebrando en la actualidad la cofradía de los Descalzos. 250 años de la autoría del Señor de la Flagelación. Un cuarto de milenio para una de las imágenes más mediáticas de toda nuestra Semana Santa, enmarcada en uno de los misterios más grandiosos de la Semana Mayor jerezana.
Acogidos a la normativa, y con permiso de la Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías, la hermandad planteó un sencillo pero intenso programa de actos para celebrar la efemérides, que tendrá su punto culminante el próximo sábado cuando la cofradía regrese desde la Catedral hasta su sede canónica.
La hermandad, con buen criterio, ha querido llevar a su imagen titular a la que fue su casa durante doscientos años, la Colegial jerezana, donde le serán aplicados unos cultos que se esperan multitudinarios. La hermandad ha dispuesto para hoy un solemne traslado de la Flagelación en el paso del Cristo de la Expiración, y que cogerá por Medina, Santísima Trinidad, Plaza de las Angustias, Corredera, Plaza Arenal, Plaza Monti, Manuel María González, De la Rosa, y Catedral. Está previsto que la corporación salga desde su casa de hermandad a las once y media de la mañana, y que llegue a la Catedral cerca de las dos y media de la tarde.
El triduo que la hermandad ha dispuesto dará comienzo el próximo miércoles, a partir de las ocho de la tarde, en la nave principal del templo catedralicio. El viernes será el último día del triduo, y dará paso al día siguiente a la jornada grande que la hermandad del Miércoles Santo lleva meses soñando con ilusión. Será el sábado el momento de disfrutar del solemne Pontifical presidido y celebrado por el prelado de la ciudad, monseñor Mazuelos, que dará comienzo a la una de la tarde.
Una vez concluido el pontifical, llegarán los últimos retoques, las últimas prisas y carreras, puesto que está previsto que a las seis de la tarde se abran las puertas de la Catedral jerezana y comience el regreso del Señor de la Flagelación hasta la calle Medina, para lo que la hermandad ya contará con el paso de misterio al completo y con el acompañamiento musical de la Banda de Cornetas y Tambores San Juan Evangelista. Y como siempre, la hermandad de la Amargura ha conseguido impresionar a propios y a extraños gracias al recorrido de vuelta, que les llevará por De la Rosa, Manuel María González, Pozuelo, Letrados, plaza de la Asunción, Consistorio, plaza del Arenal, Caballeros, San Pablo, San Miguel, plaza San Miguel, Barja, Pedro Alonso, plaza de las Angustias, Higueras, Medina, Arboledilla, San Francisco de Paula, María Antonia de Jesús Tirado, Diego Gómez Salido, Plaza Virgen de la Amargura, y Medina.
Una semana para sentirse amargurista por tanto, y para recordar los azules que cada Miércoles Santo se adueñan de la calle Medina.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 18 de octubre de 2009. Fotos: Cristóbal y LA VOZ)

Yo también defiendo la vida

No es un tema cofrade, porque no nos ha interesado hacerlo. Somos capillitas, preferentemente preocupados por marchas, flores y convivencias, pero que tenemos la maldita costumbre de dejar pasar los trenes buenos, los que nos llevan seguro más lejos y de manera más rápida. No es un tema cofrade, te decía, pero me interesa. Te interesa. Sé que sí, por mucho que te empeñes en negarlo de manera sistemática.
En Madrid ayer hubo una concentración pacífica contra el aborto, o mejor dicho, en defensa de la vida. Hasta allí se fueron parte del Consejo y un hermano mayor en representación de las hermandades de Jerez, algo que considero innecesario a todas luces aunque políticamente correcto. Innecesario, porque ha quedado demostrado una vez más el escaso compromiso de las hermandades con toda la realidad social que las rodea.
En una sociedad en crisis evidente, nos hemos limitado a enviar condolencias a los afectados con emotivas y no dudo que sinceras notas de prensa, pero no hemos movido un mísero dedo para ayudar de manera real y solidaria a los afectados. No puedo creerme lo escasamente enraizadas que están nuestras corporaciones en el tejido social de Jerez.
Cierran Vicasa, y miles de notas de prensa. Multitud de adhesiones. ¿Adhesiones a qué? ¿Al sufrimiento? ¿Al dolor? ¿Esas son todas nuestras posibilidades? ¿No hay un cofrade en la plantilla de Vicasa, no los había en la de Delphi? ¿No podemos las hermandades ayudar en nada más a nuestros hermanos, a nuestros ciudadanos, que remitiendo una carta o enviándolos a Cáritas cuando la solución es ya imposible?
Un gobierno quiere implantar un asesinato de un ser vivo, así, dicho con todas sus letras, y nuestra única respuesta es una ridícula representación, y lo digo por el número, conste, en Madrid en una concentración a la que asistieron un millón de personas... ¿Y aquí, en nuestros hospitales? ¿Dónde está el apoyo psicológico a las mujeres que han decidido abortar, ese compromiso cristiano al que nuestro prelado se ha referido en tantas ocasiones? ¿Qué hacen hermandades que tienen en sus títulos y advocaciones algún elemento que las vincule con el nacimiento de Cristo? ¿Dónde quedan las sacramentales, por Dios?
Nos hemos limitado a poner "Sí a la Vida" en las cartas que mandamos a los hermanos, cuando nuestro trabajo de campo está en el propio tejido social de Jerez. No puedo comprender que hayamos convertido nuestras casas de hermandad en fantásticos museos, que hayamos inhabilitado a nuestros diputados de caridad y formación, arrinconándolos en la solidaridad mezquina de las partidas presupuestarias destinadas a los más desfavorecidos.
Es el momento de decir que estamos aquí. Es el momento claro de defender lo que parece que a todos les importa bien poco, las vidas humanas. Es la propia sociedad la que nos está poniendo a prueba, y tengo la certeza de que por ahora, nuestras corporaciones están suspendiendo, y con muy mala nota, este examen. Ha llegado la hora de acudir a Bertemati reclamando protagonismo a la hora de defender los valores cristianos de una ciudad que se ha olvidado de sus propias raíces históricas. Tenemos la obligación moral de ponernos a disposición de nuestro obispo para lo que nos solicite, cueste lo que cueste.
Yo también defiendo la vida, desde aquí, desde las teclas de mi ordenador, desde mi compromiso cristiano en mi parroquia, desde el silencio de mi túnica de nazareno, detrás de la corbata negra que manda en los costaleros. Defiendo la vida como el don más preciado que nos dieron. Defiendo el derecho a nacer de todo ser humano sin excepción, sin reglas que te marquen que un día sí vales, y al día siguiente eres un delito. Defiendo las minusvalías físicas como la mejor oportunidad de demostrar amor. Y defiendo todo esto, porque soy cristiano y cofrade. Que ya es hora de que lo digamos a boca llena.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 18 de octubre de 2009. Foto: LA VOZ)

domingo, 11 de octubre de 2009

Mi Carrera Oficial

El debate está en la calle, y me apetece entrar. No porque piense que los hermanos mayores han votado una Carrera Oficial mirando la chequera antes que el bien común, la estética, la seguridad o cualquier otro elemento vertebrador que ustedes quieran. Me apetece entrar en el debate porque creo que proponiendo posturas diferentes es como se puede llegar a un buen acuerdo. Y puedo asegurarles que la mía es una visión radicalmente distinta de Carrera Oficial que la que tenemos ahora mismo.
No me gusta la que hay, esa es la verdad. Entiendo la Carrera Oficial como el tramo que todas las cofradías deben ocupar antes de llegar a la Catedral para dotar de cierto orden y concierto a la Semana Mayor, por lo que habría que escoger un sitio concéntrico para la gran mayoría de cofradías de la ciudad. No creo que ese punto sea el monumento de los caballos que existe en la plaza del Mamelón, que es donde realmente empieza la Carrera Oficial de este Jerez bendito. No dejen que les engañen, diciéndoles que la Carrera Oficial no se ha modificado porque no ha variado el palquillo de Toma de Hora, como comentó Natera en una de esas afirmaciones que hace que se te quede una cara de imbécil singular cuando las escuchas.
Ahí comienza la Carrera Oficial porque todas las cofradías deben pasar obligatoriamente por ahí para poder salvar los más de cien palcos que se colocaron antes del Palacio Domecq. Si ya me parecía una barbaridad ir hasta ese punto de la geografía jerezana, imaginen cuando me enteré, hace ya algunos años, que tendríamos que dar la vuelta por Eguiluz para poder alcanzar el principio de la Carrera Oficial, o en su defecto, coger por la calle San Juan de Dios, dando un rodeo absurdo e innecesario por la Porvera.
Hicimos un monumento a las cofradías que sí servía de punto de partida para la gran mayoría de cofradías, y teníamos una plaza de la Asunción inutilizada, pero estéticamente inmejorable para mostrar al resto del mundo, gracias a la televisión, la Semana Santa de nuestra ciudad. Que para eso también esta la Carrera Oficial, claro. Para que se vean nuestras hermandades, una detrás de otra, en otros lugares del mundo o a quien no puede verla en directo por los motivos que sean.
Así que esa es la Carrera Oficial en la que creo, la que va desde el monumento a las cofradías, pasa por la casa de todos los jerezanos, el Ayuntamiento, coge por una mejor utilizada y valorada plaza de la Asunción y busca el Palacio Bertemati, que es hoy encima Casa de la Iglesia. Adecentaría los accesos a la Catedral y subiría por Cruces. Así olvidaría esa última parte de la Carrera Oficial actual que tan bien nos vendieron, la que nos lleva desde la plaza Monti hasta el monumento a Juan Pablo II, de ingrato recuerdo para cuantos pasamos por allí.
El problema, claro está, estaría en los palcos, pero eso es un problema heredado, que reconozco de difícil solución. Nunca habría ampliado la Carrera Oficial así, así que en este mundo ideal que ahora mismo estoy trazando no tendría este problema. En cualquier caso, si hiciéramos un estudio serio sobre la ocupación de los palcos, y la identidad de quien lo hace, estoy absolutamente convencido de que nos llevaríamos alguna que otra sorpresa. Pero estoy esperanzado de que se podrían reubicar la gran mayoría entre la plaza del Arroyo, la ya nombrada plaza de la Asunción, y las calles Consistorio y José Luis Diez, amén de aprovechar al máximo la plaza del Arenal.
Todo esto lo pienso sin la atadura de cobrar mil euros más o menos, que parece que es absolutamente necesario para algunos. Lástima...
(Artículo publicado en LA VOZ, el 11 de octubre de 2009. Foto: LA VOZ)

Los Judíos estudia restaurar el manto del Desconsuelo

No debe esperar más. Ese es el planteamiento en la hermandad de los Judíos de San Mateo, que han visto el progresivo deterioro del manto de Nuestra Señora del Desconsuelo en los último años. Desde hace más de una década, la hermandad del Martes Santo ha expresado su preocupación por el estado de conservación de una de sus piezas más emblemáticas, el magnífico manto de Rodríguez Ojeda. Por ello, y antes de someter a Cabildo de hermanos la votación sobre la posible restauración del manto, la Junta de Gobierno de la cofradía tuvo a principios de semana una primera toma de contacto con algunos hermanos destacados de la cofradía, a los que consultó sobre su participación e interés en la ejecución de los trabajos que serán necesarios en la restauración del portentoso manto de Nuestra Señora del Desconsuelo, uno de los más valiosos de nuestra Semana Santa.
José Manuel Rodríguez Ojeda realizó, en oro fino, los bordados tanto del techo de palio, como de las caídas y del manto de la hermandad del Martes Santo. En concreto, el manto del Desconsuelo se estrenó el 16 de abril de 1905, aunque no se realizó para esta cofradía jerezana. Rodríguez Ojeda realizó esta composición para la hermandad de la Amargura de Sevilla, que lo vendió veinte años después a la cofradía que actualmente preside Angel Bocarando.
El precio cobrado por el taller de Rodríguez Ojeda ascendió a 17000 pesetas, aunque la hermandad de San Mateo pagó por él, dos décadas después, cerca de 20000 pesetas, una cifra altísima para la época. El valor del manto de Nuestra Señora del Desconsuelo radica en su originalidad, ya que es el primero que realiza este autor con estos motivos geométricos y de diseño, y que sirvieron de base para posteriores pasos de palio que realizó el mismo artista. Esta innovación se ve claramente en una de las principales características de los mantos posteriores a esta época, que no es otra que la simetría de los bordados. El eje simétrico se marca en la raya imaginaria que une la embocadura del manto hasta la parte central de la cola. Caracolillos, rosas de pasión y una gran variedad de tipos de punto y elementos se abren paso a ambos lados de la calle central del manto, que se consolida como el eje visual del mismo.

Innovador



Sin duda, una de los motivos más llamativos de esta significativa pieza está en ese eje central, con unas flores que oscilan con suavidad flotando sobre el manto, en un golpe de genio del artista que revolucionó a principios de siglo la estética de la Semana Santa sevillana, y por tanto, la andaluza. Una pieza de primer nivel, por tanto, que ya fue restaurada por Carrasquilla a principios de la década de los ochenta, y que se plantea ahora la posibilidad de tener que ser restaurada de nuevo.
En el aire, el nombre de los bordadores a los que se ha pedido presupuesto, aunque tratándose de una pieza de primerísimo nivel, no cabe duda que los nombres de siempre estarán en la mesa que decida la posible restauración. Así, Santa Bárbara, Paleteiro o Jesús Rosado son las garantías actuales cuando se habla de restauraciones a nivel regional, y Fernando Calderón e Ildefonso Jiménez son las alternativas locales. De hecho, este último acaba de terminar un trabajo similar al restaurar otro manto de Rodríguez Ojeda, el de la hermandad del Santo Crucifijo, y limpió las caídas del palio del Desconsuelo al principio de esta década.
Pues la hermandad del Martes Santo ha decidido que es el momento de restaurar esta joya de nuestro patrimonio, tanto que incluso tienen prácticamente decidido que el manto no procesione más hasta que se ejecute su intervención, que califican de urgente necesidad debido al estado preocupante de la pieza. De hecho, una de las alternativas sería hacer un manto nuevo, copia del actual, aunque esta alternativa ha sido descartada con rotundidad por la Junta de Gobierno, que prefiere recuperar el esplendor del manto que en su día ideara el genio de Juan Manuel Rodríguez Ojeda.

Podría no salir más

Aunque la hermandad mantiene una postura hermética, y es reacia a hacer cualquier tipo de declaración, la reunión del pasado lunes en la casa de hermandad de la plaza de San Mateo es una prueba palpable de que la preocupación es evidente en la Junta de Gobierno que actualmente preside la cofradía. No han trascendido los nombres de los bordadores a los que se ha pedido presupuesto, aunque se cuenta con un cofrade de reconocido prestigio como Enrique Soler para asesorar a la Junta de Gobierno en las labores previas a la restauración del manto de Nuestra Señora del Desconsuelo. Sí se tiene claro que la hermandad no bordará una nueva pieza, sino que quiere restaurar la que actualmente luce cada Martes Santo la dolorosa. De hecho, la del lunes fue la primera toma de contacto de la hermandad de manera pública, ya que hasta ahora las consultas habían sido privadas. La reunión la presidió el director espiritual, y en ella la Junta de Gobierno solicitó la colaboración de todos, ya que calificó el estado de conservación del manto como preocupante. Tanto como para no salir más hasta que se ejecute su restauración.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 11 de octubre de 2009. Fotografía: Esteban)

lunes, 5 de octubre de 2009

José Antonio Domínguez : «Miramos al hermano como un relleno, y así nos va»

José Antonio Domínguez Mateos es licenciado en Historia, y uno de los jóvenes llamados a cambiar el futuro de las cofradías por su preparación y compromiso. Y además, ve las cofradías desde dentro, gracias a su puesto de responsabilidad en la hermandad de la Cena. Todo un lujo poder escucharle con tranquilidad.
–Es usted uno de los mejores analistas de la realidad que rodea a las cofradías. ¿Es la formación el principal problema que ve usted?
–Es difícil precisar si es el principal, pero sin duda es de los que más importancia tienen. Sin una formación rica en lo espiritual y en lo cultural, nuestra capacidad de reacción ante el conjunto global de problemas que aquejan a las cofradías es nula.
–¿Dónde cree que radican otros problemas, cuáles son los principales escollos que encuentran las cofradías para progresar?
–El principal escollo somos nosotros mismos. Necesitamos racionalizar nuestra situación, responder reflexivamente a determinadas preguntas sobre nuestra existencia, nuestro presente y nuestro futuro, y sin formación esas preguntas quedan irremediablemente sin respuestas. O, aun peor, mal respondidas.
–¿Cree necesario conocer la propia historia de las cofradías para poder conseguir un futuro mejor para ellas?
–Es necesario conocer la Historia para poder comprender el presente y afrontar el futuro, en cualquier ámbito de la vida. Las cofradías no deberían obviar esta premisa.
–Religión y política… ¡Difícil mezcla! ¿Dónde están los límites de cada uno? ¿Quién traspasa más las líneas, los políticos, o los cofrades?
–En la Historia encontramos interesantes antecedentes que nos muestran que esa mezcla, por desagradable que nos pueda parecer a algunos, ha sido una constante desde hace siglos, por lo que la mezcla no es todo lo difícil que sería deseable. En cuanto a los límites, supongo que están nítidamente delimitados en la conciencia y la dignidad de cada uno. Otra cosa es el respeto que se tengan a sí mismos aquellos que franqueen ese límite con frecuencia y alevosía.
–¿Cree usted que los cofrades tenemos gran parte de culpa del respeto que hemos perdido en la sociedad actual?
–Sin duda. Esa mala imagen que nos hemos labrado los cofrades es fruto de nuestra desorientación, nuestro desconocimiento, nuestra ignorancia. No hemos sabido ocupar el sitio que nos corresponde, porque ni siquiera somos capaces de delimitarlo y considerarlo en su justa medida.
–¿Los problemas de las cofradías son ajenos a los de la Iglesia española, o tienen una misma raíz?
–Las cofradías tienen una doble naturaleza: una religiosa, que fundamenta su existencia; y otra civil, materializada en su vertiente folklórica e institucional. Por tanto, sus problemas son los mismos que los de la Iglesia actual, de la que forma parte, y también los mismos de la sociedad civil, de la que también es miembro articulador. Y de propina, por si fuera poco, los cofrades sabemos fabricar nuestra propia problemática interna y original, made in capillita.
–¿Cómo valoraría la actuación de las Juntas de Gobierno ante los problemas que plantea la sociedad actual?
–Sería injusto emitir una opinión generalizada, puesto que no conozco a la mayoría de ellas. En cualquier caso, siendo buena o mala su reacción ante los problemas actuales, la responsabilidad no es patrimonio exclusivo de ellas, sino de cada cofrade a nivel personal. El reto es de todos.
–¿Cómo calificaría al Pleno de hermanos mayores? ¿Qué nota le pondría? ¿Y al Consejo?
–El Pleno lo forman hermanos mayores elegidos por los cabildos que nos engloban a todos y el Consejo es elegido por esos representantes que hemos elegido previamente. El enjuiciamiento debe incluir por tanto a todos los cofrades, y no a ellos exclusivamente. En cualquier caso, nota baja para todos.
– ¿La jerarquía eclesiástica debería valorar más a las cofradías como elemento vertebrador de la religión actual?
–La jerarquía eclesiástica la valora, sin duda. Otra cosa es que las cofradías sepan o quieran estar a la altura de esa valoración.
–¿Hasta qué punto es importante la dirección espiritual en una hermandad?
–Es fundamental, sin lugar a dudas. Lástima que los cofrades no terminemos de descubrir la importancia de las cosas espirituales, salvo cuando toca salvar las apariencias. Y lástima, cómo no, que muchos curas no sepan o no quieran complicarse la vida despertando esa necesidad en los cofrades; que si bien a veces resulta imposible, no deja de ser una obligación suya siquiera el intentarlo.
–¿Cuál es el secreto de las nuevas hermandades, como el Soberano Poder, para atraer a la gente a las iglesias?
–Respondo únicamente por la del Soberano Poder, porque es la realidad que conozco de primera mano. Allí no hay más secreto que una sincera vocación de servicio a los hermanos. Importan las personas, sus necesidades, su maduración, su vida. Y la Hermandad sabe acompañar a las personas a lo largo de su existencia, desde la juventud – donde destacan extraordinariamente – a la edad adulta. Es el modelo perfecto de las cofradías del siglo XXI. Se podría escribir un libro de pastoral cofrade citando ejemplos de la hermandad del Soberano.
–¿Por qué no tienen ese tirón las cofradías más antiguas?
–No tienen esa capacidad de actualización a nivel institucional – luego, a nivel personal, todos presumimos de ultramodernos –. Seguimos mirando al hermano como un relleno para los bancos durante los cultos y para las filas durante la procesión. Y así nos va.
–¿Qué cambiaría de nuestras cofradías, y qué dejaría sin tocar?
–Cambiaría todo aquello que nos lastra para ser lo que deberíamos: ignorancia, tradicionalismo irracional, ese espíritu diminuto detrás de ostentosos terciopelos y bordados, esas ganas de obtener en las cofradías el reconocimiento social que no se obtiene fuera de ellas. Conservaría, ante todo, el oficio de la costalería. Cierto es que soluciona poco, pero alivia mucho a quienes nos sentimos llamados a él.
–Ha hablado mil veces de una sociedad en crisis en numerosas conferencias… ¿Estamos en crisis, o somos crisis?
–Los problemas que más nos afectan haciéndonos percibir esa sensación de crisis tienen una naturaleza estructural; están en nuestra forma de entender las cofradías (o quizá en nuestra forma de no entenderlas). Por lo tanto, el origen de la crisis está en nosotros mismos.
(Entrevista publicada en LA VOZ, el 04 de octubre de 2009)

domingo, 4 de octubre de 2009

El millón de la Macarena

Hace poco recibí en mi casa el último boletín de la hermandad de la Macarena. Reconozco que es uno de los que más me gustan, tanto por diseño como por contenido. En él tienen cabida todos los hermanos que quieran mandar sus artículos, y se desglosa la vida de la hermandad en los últimos meses, los que abarquen la publicación desde el último boletín hasta el que te llega a las manos, así como las próximas actividades de la hermandad de la Madrugá sevillana. Es el único contacto que tengo con mi hermandad de la Macarena, puesto que no me llega una carta de la hermandad en todo el año. Nada, ni una comunicación, ni un mensaje navideño. Nada. Los hermanos de la Macarena tenemos el boletín, y con eso nos conformamos.
Y nos conformamos porque está realmente bien hecho. Suele haber un artículo de Carlos Colón, pregonero de la Semana Santa de la capital hispalense, que leo con profundidad, ya que se trata de una de las voces más consolidadas para hablar de la Semana Santa sevillana. Habla de la Macarena que no conocemos, la que no vemos, la que igual ni siquiera sepamos que existe. Pero justo al lado puede haber un artículo del hermano número 11564. No hay problema, somos doce mil. Así lo dice con orgullo su membrete.
Pues lo revisaba el otro día con auténtica curiosidad, mientras me preguntaba por qué en Jerez somos tan pocos los que recibimos los boletines de la hermandad, y por qué son tan similares los que se publican. Hay excepciones como todo. Me gusta mucho el de la Borriquita, por ejemplo. Un auténtico ejemplo de diseño y de contenidos, y un lujo para informase de lo que ocurre por la calle Porvera. Que al fin y al cabo, de eso se trata. Un boletín no deja de ser una manera más de comunicarse con los hermanos, de decirles que la hermandad sigue viva, de que vean sus fotos los que viven la hermandad a diario. Un boletín de una hermandad es una ventana abierta donde todos tienen cabida, ni más ni menos.
Pues me sorprendió el último número, la verdad. Boletín de despedidas, ya que su actual hermano mayor cumple ocho años al frente de la corporación, la publicación se dedicaba a relatar la memoria de lo que habían hecho todos los grupos de la hermandad. Los jóvenes, la mayordomía, las cuentas, la labor social, la acogida a niños bielorrusos, los cultos, las conferencias... Todo perfecto, así como el mayor despliegue ante la inminente salida del Rosario a finales de este mes.
Pero navegando entre sus páginas me encontré con una noticia sorprendente. El Estado debe indemnizar a la Macarena con algo más de un millón de euros. Un millón de euros, prometidos en tiempos de Aznar, que el gobierno socialista de Zapatero quiso negar a la cofradía de la Madrugá sevillana. Más de ciento cincuenta millones de pesetas que ven ahora la luz, gracias a la lapidaria frase del hermano mayor, que pronunciara hace bastantes años cuando se le negó la subvención. «No hay de qué preocuparse, la Macarena no tiene prisa».
Y sí que era verdad, no tenía prisa. Y años después, la hermandad ve recompensado su esfuerzo, y recibe en sus arcas gracias a una sentencia más de un millón de euros, que completan las subvenciones recibidas de Urbanismo sevillano y de otras asociaciones. En total, algo más de dos millones de euros. Mientras, el museo se esta terminando de rehabilitar, se han estrenado faldones, se ha restaurado gran parte del patrimonio... Y me pregunté dos cosas. Primero, que por qué ellos no se avergonzaban de recibir dinero. Y segundo, que cómo habían conseguido no dejar parada la hermandad. La respuesta... Es que es Sevilla. Es que es la Macarena. Y cerré el boletín orgulloso de ser macareno.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 4 de octubre de 2009. Foto: Emilio Morenatti)