COFRADEMANIA

jueves, 9 de abril de 2009

Son unos indeseables


Ya no se trata de tener respeto, sino educación. Y esa, se aprende en casa. Lo de esta Semana Santa es alucinante, de corazón lo digo. Es absolutamente imposible disfrutar de una buena cofradía en la calle, o es que yo me estoy haciendo mayor, viejo, cascarrabias o plomazo, como quieran ustedes calificarme. Pero a mi queja sobre el uso del móvil, puedo sumarle lo ocurrido en la Tornería cuando pasaba la Clemencia. Domingo y Lunes Santo no había visto cofradías, puesto que hice sendas estaciones de penitencia, y me disponía a disfrutar de uno de los pasos que a mi humilde entender, hace raya en Jerez. Así que ahí estaba yo, alojado en una bulla aplastando a un cura que con la vara miraba sorprendido la escena. Cuando me disculpé, me dijo sonriendo que no pasaba nada, que a él le gustaba que la gente estuviera cerca del Señor, que mejor una bulla a ir sólos por la calle. Una vez repuesto de ese ataque de cofradierismo de un sacerdote que me llenó de orgullo, una voces salieron del gentío, y cuando estaba dispuesto a repetir la escena de Fátima, dispuesto en esta ocasión con pistolas a que nadie me arrebatara las seis o siete marchas que empalmó la banda de los Gitanos y que aguantó sin problemas la formidable cuadrilla, resulta que las manos se dirigieron hacia arriba, a uno de los balcones de la calle Tornería. Y ahí que me vi, sorteando los escupitajos que tres adorables chiquillos iban soltando a todo aquel que pasara por allí. Y claro, se me vino a la mente la imagen del padre de la criatura, sentado con las babuchas frente al televisor, viendo una serie de Telecinco, y riéndole las gracias a los pequeños... Es que son tan monos, ellos... Lo que les decía, alucinante. Hay cosas que hay que aprender en casa...
(Artículo publicado en LA VOZ, el 9 de abril de 2009. Foto: Esteban)

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