COFRADEMANIA

martes, 25 de agosto de 2009

La soledad del informador

Reconozco que he leído varias veces el artículo que escribí de la Amargura el pasado domingo en LA VOZ. Lo hice, porque cuando doy una opinión contraria o negativa a algo, me gusta pensar bien lo que digo, a fin de no herir la susceptibilidad de nadie. Mucho más, si estoy hablando de una hermandad amiga, como es la de la Amargura, y si en ella, encima, tengo amigos.
Curiosamente, han sido ellos quienes me han felicitado por el tono del artículo, y por decir lo que pensaba. Estoy absolutamente convencido de que hice bien. Entre otras cosas, porque no hago otra cosa que exigirle a una hermandad con recursos como la del Miércoles Santo que esté a su altura. A su altura, ni más ni menos. Porque son espejo de muchos, y deben cuidar la imagen que dan incluso en esos pequeños detalles. Hermandad de categoría, de tronío, que no debería permitirse bajar el listón bajo ninguna circunstancia.
Y este pequeño artículo llega para responder al que un buen amigo ha publicado en su web defendiéndome. Se equivoca Andrés Cañadas al hablar de la soledad del informador porque en ningún momento me he sentido así. Me he sentido respaldado por la propia gente de la Amargura, que seguro ha sabido comprender el tono del artículo, así como el contenido del mismo.
Y se equivoca, porque a los que no lo han entendido, ha sabido ponerlos en su sitio gracias a su artículo en www.cofrademania.com. Gracias por no dejarme de lado, cuando lo fácil hubiera sido hacerlo. Mil gracias, Andrés. Así, es imposible sentirse solo.
Y al resto, pues que no le roben más tiempo al Cañadas, hombre. Tengo un email en el que estoy encantado de responder a todo lo que me digan, siempre que sea de manera educada y sensata. Y en la hermandad de la Amargura muchos tienen también mi número de teléfono. Usen ambos para expresar su desacuerdo con algo, o tomémonos una cerveza... Que ya saben que he escrito mil veces sobre la hombría que es ir de frente por la vida, con la cabeza alta...
Que es exactamente como entraré la próxima vez en la casa de hermandad de la Amargura, o en la parroquia de los Descalzos, para ver a mis amigos.

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