COFRADEMANIA

domingo, 17 de mayo de 2009

Los currantes de la Feria del Caballo


¿No descansan estos chavales? Esta pregunta se la podría hacer cualquiera que se haya acercado estos días por la caseta del Soberano Poder -y los que lo hagan hoy- y vea a los jóvenes de la hermandad del Miércoles Santo tras la barra de la caseta o atendiendo en las mesas. Incluso si no están trabajando, es más que probable que estén allí con sus familias, echando un buen rato de convivencia o ayudando en labores menos sacrificadas.
Pero si fueron al Real del González Hontoria las semanas anteriores a la Feria, los verían allí, en bermudas y camisetas, montando todo el dispositivo que necesita una caseta para esta cita, que no es poco. Desde electricidad, pasando por fontanería con nociones básicas de albañilería.
Todo un reto que los cofrades del Soberano acometen con alegría para sacar los máximos ingresos posibles para su hermandad. Antiguamente, la mayoría de cofradías trabajaban sus casetas de Feria buscando conseguir hasta el último euro que fuera posible, ya que en muchas ocasiones los ingresos obtenidos en esta semana suponían más del 50% del presupuesto de la entidad para el año. Todo un record, pero precisaba de muchas horas de trabajo y de una plantilla de hermanos que podía llegar a la centena.
Cuando aparecieron los caseteros, con sus ofertas millonarias por gestionar las casetas cofrades, la gran mayoría de hermandades renunció a esos beneficios extraordinarios a cambio de poder pasar la Feria acompañados de sus respectivas familias y de los amigos, teniendo en el peor de los casos que montar la caseta y desmontarla, aunque el casetero solía regalar una comida para los que realizaban esas labores. Conseguían menos dinero, sí, pero el trabajo era mucho menor. En algunos casos, inexistente; ganaban dinero simplemente por poner el nombre a la caseta.
Han pasado los años y con la crisis están llegando los primeros problemas a las cofradías que tienen arrendadas sus casetas. Y, quizá, bien harían en volver a confiar en la fórmula primitiva para contar de nuevo con el dinero que la Feria dejaba. Porque el secreto estaba en el número de personas que la trabajaba y la cantidad de gente que asistía a esas casetas por las amistades que se movían. Hoy, apenas queda el Soberano, el Consuelo o Las Viñas en este grupo de osados que quiere vivir la Feria de una manera distinta, trabajándola por y para su hermandad. De hecho, desde la del Consuelo se ha repetido este año una iniciativa que ya el pasado dejó mucho dinero en las arcas de la cofradía. Así, el pasado viernes de Feria se rifaron dos entradas de barrera para la corrida de José Tomás celebrada ayer en Jerez, y todos los billetes que llevaba la Junta de Gobierno de Mateo López se agotaron. El sorteo tuvo lugar en una caseta del Consuelo abarrotada, que a buen seguro sirvió para que el viernes de Feria del Caballo hubiera un ambientazo en las dependencias de la cofradía del Miércoles Santo.
Hay casetas históricas, como la de la Yedra o la de la Candelaria, que ya no son ni la sombra de lo que fueron. Pese a que las instalaciones son las mismas, el ambiente ha cambiado sustancialmente en los últimos años, debido principalmente a que los propios hermanos no pasan por allí. La presencia de la Junta de Gobierno y de los habituales de la cofradía se antoja, pues, esencial para conseguir llenar, así como los precios ajustados ante la recesión económica que asola el país. Y claro que se ha notado en esta Feria.
Algunas casetas de hermandades ya se anunciaban desde el año pasado como la más baratas del recinto, y surtió efecto. Así, hermandades como la Pastora o Santa Marta han sido siempre cofradías donde se podía comer bien y a buen precio. Y el ambiente, que es lo que buscamos todos los que nos acercamos al González Hontoria en estos días, estaba más que garantizado.
Dos formas diferentes de ver y vivir hoy en día la Feria, por tanto. Los hay que quieren trabajar y los hay que quieren disfrutar. Ambos se llevan dinero para casa. Quizá la diferencia esté en la cantidad. Y ahí cada hermandad es soberana. Pero que no se pierda el ambiente, los cuadros de nuestras imágenes tras la barra, las locuras de quemar incienso a ciertas horas en la caseta, el CD con las marchas seleccionadas para cuando quedemos unos pocos. Que no se pierda el camino que un día hizo que decenas de jóvenes se concentraran un miércoles de Feria para recorrer, una a una, las casetas de todas las hermandades que se hubieran dado cita en el Real del González Hontoria. Porque se hacía para visitar a los amigos. Cosa muy difícil en la Feria de hoy en día.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 17 de mayo de 2009. Foto: LA VOZ)

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