COFRADEMANIA

domingo, 17 de mayo de 2009

Cádiz, el rincón de los recuerdos

Hay ciudades que nos enamoran por razones desconocidas, quizá incomprensibles. Mucho más siendo de Jerez, claro. Si ya decía el poeta que mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, yo podría asegurar que la mía son recuerdos en una playa solitaria, donde las olas partían con lentitud la solidez de unas rocas que jamás supieron desaparecer de la playa de Santa María del Mar. Es curioso que incluso el nombre de la playa que veía cada amanecer del verano, se llame con el nombre de María.
En Cádiz he sonreído, en Cádiz he llorado. En Cádiz he comprendido mil cosas sobre la soledad, mil historias diferentes sobre la amistad y los amores. Sobre todo, en Cádiz aprendí a esperar. A esperar que el mundo cambiara, aunque nunca lo hiciera. En Cádiz comprendí que uno puede desear las cosas más calladas, las historias más secretas, que en el fondo, nunca llegan.
Una hora frente al mar, pensando, es una vida en cualquier otro lugar, con el ruido de los coches, los móviles, los portátiles y las distracciones. Una hora frente al mar define a un hombre como nadie puede siquiera imaginárselo.
Una hora en el mar de Cádiz. Una espera sin igual.
Un infierno en el propio cielo.
Un cielo en el propio infierno.

1 comentario:

  1. Cádiz es el principio de todo y allí todo tiene solución

    ResponderEliminar