COFRADEMANIA

viernes, 25 de septiembre de 2009

La devoción de una ciudad

Pasarán los años. Pasarán los políticos, también los ángeles mercedarios - qué suerte tiene Jerez con ustedes, Felipe e Ismael - que ahora mismo la custodian. Pasará su capataz, Martín Gómez. Pasaremos todos, sin duda, pero siempre quedará Ella. Ella, como Patrona y Reina de una ciudad que la adora, que la siente como propia, que se lanza a las calles cada 24 de septiembre para acompañarla durante las tres horas que dura su recorrido. Nuestra Señora de la Merced recordó a todos ayer el por qué de su adjetivo, coronada. Coronada por un pueblo, coronada por su fuerte devoción.
Esa es la principal característica de una procesión que en menos de una década ha conseguido convertirse en un prodigio de tradición, de medidas certeras, de decisiones acertadas. Poco queda ya, nada en el fondo salvo Ella, de aquellas procesiones interminables, con megáfono atronando unos diostesalves que nadie acertaba a rezar por repetidos e innecesarios. Hoy, los Ave María, salen de los balcones al paso acompasado de Nuestra Señora de la Merced, gracias al ímprobo trabajo de una cuadrilla de costaleros que jamás será valorada en su justa medida.
Hoy, las oraciones se dejan para un final espléndido, con una plaza de la Merced rebosante gracias a la temprana hora en la que el pregonero entona sus primeros romances desde el balcón de los padres mercedarios. Hoy todo ha cambiado, y prácticamente no hemos sabido apreciarlo.
Y la culpa, como cada año, la tienen dos ángeles mercedarios, más otro que se nos fue. La cercanía que hoy desprende Nuestra Señora de la Merced nunca sabremos agradecérsela al padre Felipe, que ha luchado contra viento y marea para que la Basílica de la Merced sea la casa de todos. De todos sin excepción. Y si a eso le unimos la sencillez y la preparación de su acompañante, el padre Ismael Maroto, que en breve no tendrá fechas en el calendario para poder predicar cultos de nuestras hermandades, tenemos la solución a una ecuación de difícil solución en otros lugares. Sí, se puede ser cofrade siendo sacerdote. Sí, se puede dejar trabajar a la gente que sabe. Sí, se puede demostrar que se quiere a la Virgen acercándola a los demás.
Pues con estas realidades a flor de piel por la procesión de ayer, es de ley reconocer los méritos de un pueblo que una vez más se volcó con su Patrona. Como se volcó su prelado, José Mazuelos, en el que era el primer contacto serio, si es que alguno no lo es, con la Reina de la Merced, tras el ascenso del Xerez Deportivo. Asistió,presidió y predicó el solemne Pontifical que se celebró en la Basílica a las once de la mañana, donde la alcaldesa, Pilar Sánchez, renovó el voto que tiene la ciudad con su Patrona. Y si intensa fue esa Eucaristía, no lo fue menos la que a la una de la tarde quisieron dedicarle, en señal de acción de gracias, los costaleros a su Virgen de la Merced, con una iglesia repleta y con los sentimientos y nervios palpables a escasas horas de la salida.
La Cruz de Guía esperaba ansiosa a las seis y media de la tarde a que el paso de Nuestra Señora de la Merced se ubicara en su sitio definitivo, y la dirección de cofradía sacó la cofradía de manera brillante de la Basílica recuperando la calle Merced, tantos años perdida a causa de las obras de rehabilitación de Santiago. Se terminó por fin el exilio por la calle Muro, que afeaba notablemente el recorrido, y las hermandades de penitencia y sacramentales, que asistieron puntualmente a la cita, pudieron cumplimentar el capítulo de sus reglas que les invita a asistir corporativamente a la procesión de la Patrona de la ciudad.
Siempre con cierto adelanto sobre la hora prevista, el paso comandado por Martín Gómez ganaba metros sin reparos, demostrando una vez más que ni las marchas, ni los costaleros, ni las bullas, ni las calles estrechas... Lo que hace que una cofradía no ande es la ineptitud de sus dirigentes. Lo que consigue aburrir hasta a las piedras es la lentitud forzada de muchas hermandades, a las que bien les vendría adecuar el ritmo como lo hace la propia Patrona de la ciudad, a la que muchos incluso recriminan el poco tiempo que está ya en la calle. No en vano, y pese a que el recorrido fue similiar al de años anteriores, la vuelta por la calle Merced fue una auténtica fiesta, con las aceras pobladas de un pueblo que espera con ansia cada 24 de septiembre.
Y para finalizar, y como siempre, el fervorín. Ese momento mágico donde la Virgen de la Merced se para, y el reloj se detiene. Ese instante que nos ha deparado recuerdos antológicos de poesía y prosa, y que siempre nos recordará al padre Jesús. Era su momento, y lo seguirá siendo. Así lo entendió el romance de Oscar Torres, que supo hacer un fervorín distinto a los demás. Un fervorín social y comprometido, a la par que jerezano y elegante, que gustó y mucho como colofón a una procesión que ya se ha convertido, pese a su juventud en algunas formas, en un ejemplo a seguir por otras muchas.
Una procesión que ha significado el reencuentro de la Patrona con su Jerez. Una procesión necesaria para que la Merced, que no vive en el centro, compruebe con sus propios ojos que sí, que Jerez siempre la estará esperando.

El recorrido, un auténtico laberinto

Una alarmante ratonera. Un peligro que procesiones tan grandes, de tanta afluencia de público, pasen por lugares así. Sin duda, ese era el comentario generalizado cuando la procesión salía de la plaza de la Merced, ya que le esperaba algunas zonas de dificil acceso de la ciudad debido a las numerosas obras que está sufriendo el casco histórico. Si por un lado la felicidad era grande por recuperar la calle Merced, la preocupación era evidente por no poder pasar por San Marcos debido a las obras que actualmente se están ejecutando en la céntrica plaza jerezana.
Sin duda, la pericia y el buen hacer de la dirección de cofradía facilitó el tránsito del cortejo por esta complicada zona, pese a los previsibles cortes que pudieran producirse al comprimir de tal manera uno de los cortejos más numerosos y anárquicos de nuestras procesiones.
Salvo ese momento, la Merced repitió el mismo itinerario que el año pasado, y que ya se ha formalizado en nuestra ciudad, que le lleva en un primer momento por calles amplias donde poder admirar el maravilloso cortejo y el transitar de la Virgen, y donde se puede congregar el mayor número de público gracias a las amplias aceras que poseen tanto la calle Ancha como la Porvera.
Pero sin duda, cuando anocheció llegaron los momentos más cofrades, los de mayor gusto estético, ya que la cofradía enfiló calles tan propicias para la oración como la Tornería, Francos o plaza San Marcos, mucho más recogidas que las calles anteriores y con mayor gusto cofradiero.
Así que una procesión, como cada año, con matices, con sabores y aromas diferentes en función de la hora y del sitio, lo que no hace otra cosa que engrandecer más si cabe la procesión de la Patrona de la ciudad.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 25 de septiembre de 2009.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario