COFRADEMANIA

domingo, 5 de julio de 2009

El barrio de las Viñas se volcó con la Concepción

María, siempre María. La única capaz de arremolinar a su alrededor, sin controversias, sin disputas, sin discusiones, el calor de los fieles. Porque en los tiempos que corren, donde la Iglesia es constantemente discutida, donde la jerarquía eclesiástica está más observada y controlada que nunca, en estas fechas donde ser cristiano es más que nunca un reto, María sigue alzándose como espejo donde mirarse, como faro que ilumina, como modelo a imitar. Y quizá sea por eso, la hermandad de las Viñas no ha dudado ni medio segundo en sacarla, en pasearla, en mostrarla.
María Santísima de la Concepción Coronada fue ayer el centro de la fiesta. Lleva desde hace más de un mes recorriendo las plazas del barrio de las Viñas, mostrándose en numerosos azulejos (y los que quedan por colocar). Pero ayer, la dolorosa salió a la calle para presidir la solemne Eucaristía con la que la cofradía del Viernes Santo quiso inaugurar los actos de su cincuentenario fundacional. Salió a las ocho de la tarde, media hora antes de la misa que predicó el director espiritual y párroco de la de las Viñas, Juan Jacinto del Castillo.
Desde que salió, Ella se convirtió en el centro de todas las miradas. Quizá por el intenso esfuerzo que la cofradía que preside Juan de Dios Domouso lleva realizando en los últimos cuatro años, los mismos que lleva de legislatura. Lo cierto es que la saya que ha restaurado y enriquecido el bordador portuense David Calleja lucía soberbia en el conjunto del paso de palio, que iba maravillosamente exornado con un conjunto de flores blancas donde las rosas y los lirios destacaban por su elegancia. En el pecho de la dolorosa, y entre otro regalos, una donación del grupo joven de la cofradía, el anagrama de María en oro, y una alfombra para engalanar las calles a su paso.
No hizo falta mucho más, porque el barrio se volcó. El maravilloso altar donde se realizó la Eucaristía, en pleno corazón de las Viñas, era el perfecto escenario que abandonó la Señora para recorrer, sin prisas, las calles de su barrio, esas que cuando se coronó olvidó incomprensiblemente. Y los feligreses le devolvieron con creces a la hermandad y a la dolorosa el cariño demostrado durante estos meses de intenso trabajo.
Así que podríamos hablar de que la Banda de la Virgen del Castillo, de Lebrija, sonó bien, de que la cuadrilla de la Señora se paseó con oficio por las calles del barrio de las Viñas, de que la dolorosa está mejor vestida que nunca... Podríamos incidir en mil y un detalles de una procesión que tuvo muchas lecturas.
Pero sin duda, lo más importante, y lo que marcará un punto y aparte en las relaciones del barrio con su hermandad, es que por fin Jerez pudo comprender qué significa una hermandad de barrio. Con elegancia, con sentido y con las ideas claras. Las mismas ideas que ayer quedaron más que demostradas que son las que quiere el barrio de las Viñas. Su barrio.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 05 de julio de 2009. Foto: Cristóbal)

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