COFRADEMANIA

domingo, 4 de enero de 2009

Baltasar, escúchame...


Qué gozada. Le puedo hablar al Rey Baltasar de tú a tú este año, así que pienso aprovecharme de la situación. Vamos, los cofrades seríamos unos necios si no lo hiciéramos. Así que dispongámonos a redactar la carta más sincera que nunca hayamos escrito, que por primera vez en muchos años, tenemos mano.
Lo primero que quiero es que lo disfrutes. Que seas inmensamente feliz mañana, Ana María. Que recuerdes a los que no pueden siquiera ir a la cabalgata, o lo que es peor, a los que perdieron la ilusión hace tiempo pese a tener todo en su mano. Disfrútalo, te decía, y créetelo. Esto último no hace falta que te lo diga, porque conociéndote, sé que desde el primer momento de tu nombramiento has puesto toda la carne en el asador para que ningún niño de la ciudad se quede sin regalo, sin al menos una sonrisa, de su Rey favorito.
Por supuesto, Baltasar también era el mío. No sé si por ser negro, porque por esa regla de tres también me tendría que gustar Obama. Aunque ahora que lo pienso, también me gusta Obama, y ese mundo de libertades e igualdades que promete. Pero bueno, que Baltasar es mi rey favorito, así que sigue escuchándome, mujer...
No traigas carbón. Nunca me gustó el carbón para nadie. Si acaso, te acercas por la tienda que hay en la calle Doña Blanca, enfrente de la churrería, en el centro comercial, y lo compras dulce. Bastante carbón hemos tenido durante el resto del año, para estar nosotros mismos castigándonos a estas alturas de la película. Porque las cofradías hemos sido, en líneas generales, buenas este año. Y hemos trabajado de una manera intensa en la caridad, en estos tiempos que la crisis nos atenaza. Gracias al bueno de tu presidente, y a la buena gestión del Consejo que tú integras, las cofradías nos estamos convirtiendo en un referente social a la hora de ayudar a los demás. Así que no es de extrañar que te pida que reces, cuando adores al Niño Dios en la noche de la ilusión, por todos nosotros. No olvides pedir por un sólo cofrade de la ciudad, porque realmente estamos necesitados de todas las plegarias posibles.
Sé generosa con quien menos tiene, y no des de sobra a quien todo tiene. Ya sé que eres muy desprendida, y que te entregas al máximo, pero te pido por favor que repartas la ilusión en función de las necesidades de cada uno. Monta a todos los niños cofrades de Jerez en tu carroza, y dales el paseo que no olvidarán nunca. Abraza y besa por doquier, sé más cariñosa que nunca, y guarda en tu saco de regalos algunos en concreto para las cofradías de la ciudad.
Por ejemplo, regálales a mis hermanos de la Cena algo grande, porque pese a las dificultades, se han metido de lleno en la restauración de su paso de misterio. Y a mis cofrades del Santo Crucifijo ponles un manto precioso el próximo 30 de enero. Al Soberano Poder otros tres años con Iván Cote al frente, antes de que éste se nos haga sacerdote y deje de ser cofrade... O siga siéndolo, que quién sabe por dónde nos puede salir la criatura.
Y a mí, pues ponme lo que quieras. Ya hace años que no hago carta a los Reyes Magos, porque siempre tuve la sensación de que jamás me escucharían. Soy de esos que un día, porque la vida es así, dejó de creer en ti. Así que a mí, regálame la ilusión de volver a creer, Ana María. Te pido que seas consciente de que cuando te escuche, siempre estará atento por si un día descubro que de verdad, Melchor, Gaspar y Baltasar existen, y vienen cada año en sus camellos, se ponen nuestras zapatillas para no hacer ruido sobre el suelo, y nos dejan una manta extendida repleta de regalos.
Te pido lo más dificil, Ana María. Te pido lo más dificil, Baltasar. Así que escúchame, que necesito creer.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 04 de enero de 2009. Foto: Javier Fernández)

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