COFRADEMANIA

domingo, 1 de febrero de 2009

Cursos de Liturgia


Destinado especialmente a mayordomos y a diputados de cultos, pero abierto a la participación de cualquier cofrade que quisiera acercarse. Esta era la nueva apuesta del Consejo de Manuel Muñoz Natera, y casi un centenar de cofrades han respondido a la llamada acudiendo al Auditorio Juan Pablo II del Obispado a la primera de las sesiones que se desarrolló ayer por la mañana.
La propuesta es atractiva, desde luego. Son cuatro sábados consecutivos, a dos sesiones cada uno, donde profesores del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Asidonense hablan sobre la liturgia en la religiosidad popular, un fenómeno evidentemente desconocido en nuestras corporaciones. El problema es que no van los que tienen que ir, es decir, los que creen saberlo todo. Miro la nota de prensa que manda el obispado, donde van varias fotos del acto, y miro el patio de butacas. Gente joven, con ideas, con ilusión. Jóvenes con ganas de cambiar las cofradías, y con la cultura suficiente para entender que si quieren cambiar algo en nuestras corporaciones, debe estar bien documentado y estudiado. Y claro, para eso hay que formarse, ir a estos cursos, perder cuatro sábados. O ganarlos...
Durante cuatro semanas creerán que pueden cambiar el futuro. Leerán, observarán, aprenderán. Les explicarán qué está bien y qué está mal de nuestros montajes, de nuestros besamanos, de nuestras salidas procesionales. Se les hará especial mención a las Funciones Principales de Instituto, de las que se podría escribir un libro sobre las barbaridades que se ven. Vamos, si ustedes quieren, un día les cuento una función a la que fui de Sevilla, donde hubo un disparate final a los pies de la Virgen que estaba de besamanos con hermano mayor incluido, puro en mano, llamando a un fotógrafo para que hiciera una foto a los nuevos hermanos que estaban jurando, mientras el director espiritual miraba atónito la escena... Y era Sevilla, madre y maestra, la capital del mundo, la pura, la mariana, la gloriosa...
Pues esos desajustes son los que creerán estos jóvenes que cambiarán cuando vuelvan a sus cofradías, dentro de un mes, con un diploma que les darán agradeciendo y justificando su asistencia a este curso de formación. Volverán animados porque además estos cursos se realizan en las fechas correctas, antes de Cuaresma, para que todos los conocimientos estén frescos en la memoria y se puedan ejecutar con prontitud. Un acierto pleno del Consejo, otro más, que debería repetirse año a año por la calidad y funcionalidad de la propuesta.
El problema llegará cuando estos pobres insensatos lleguen a su parroquia, o a su iglesia, y se enfrenten a alguno de los que todo lo sabe, y no necesita este curso para nada. Porque él es el cofrade total, el todoterreno, que sabe de costalería, de bordados, de altares, de liturgia y de estofados. Y me parece a mí que del único estofado que sabe alguno es del delternera, con su verdurita bien rehogada y su vasito de vino al lado. Ese mismo que habrá incluso propuesto que se subvencione a los chavales, que no tienen los recursos necesarios para poder pagar estas sesiones, ya que esta formación le hace bien a su cofradía.
Y claro que le hace bien a la cofradía, siempre que luego le dejan aplicar esos conocimientos, y los criterios estéticos no primen sobre los litúrgicos. Entre otras cosas, porque la liturgia ya es bella de por sí, y no necesita que lleguemos nosotros a estropearla. Eso andaba yo pensando esta mañana cuando he visto la foto del curso del obispado. Y me atemorizó la idea de que yo un día fuera un cofrade todoterreno, que sabe de todo pero no sabe de nada, y no deje trabajar y realizarse a mis hermanos en la hermandad. Y decidí dejarlo por escrito, para que siempre puedan recordármelo.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 01 de febrero de 2009)

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