COFRADEMANIA

domingo, 15 de febrero de 2009

Gaitas en Sábado Santo



Es curioso que califiquemos ahora de día conflictivo el Viernes Santo. Resulta curioso, lo digo de verdad. Es cuanto menos sorprendente que se califique ahora de problemática una jornada que lleva siendo un desastre las últimas dos décadas, que son de las que puedo hablarles con conocimiento de causa. Por tanto, que ahora se esfuercen en vendernos que el Viernes Santo es intolerable, pues qué quieren que les diga, me hace cuanto menos sonreir.
Entre otras cosas, porque lo que de verdad resulta intolerable es la actitud de las cofradías del Viernes Santo. Tengo fresca en la memoria la salida procesional de la Virgen del Valle, por citar un ejemplo, en su coronación canónica. Hagan memoria conmigo, la Señora del Viernes Santo salía de Santo Domingo con destino la Catedral, donde les esperaba un deán reloj en mano para poder celebrar su Eucaristía. No seré yo quien defienda la actitud, a veces incomprensible, de Repetto. Pero a su casa vamos, y hay unas normas. Y mucho más, cuando de un traslado se trataba, ya que la dolorosa aún no estaba coronada.
Más de una hora tardó el palio del Valle en llegar desde Santo Domingo hasta la plaza del Clavo. Casi noventa minutos que tuve la suerte de vivir con Andrés Cañadas, Quico Abuin y otros compañeros de medios de comunicación que, atónitos, observábamos cómo se callaba a la banda porque se llegaba tarde a la Catedral. Y en ese noble ejercicio de poner un ventilador para que nada me manche a mí, se culpó a la música, a la bulla (que era infinitamente menor que la que lleva la Cena, por poner un ejemplo, por ahí mismo el Lunes Santo) y hasta al maestro armero. Todo, por no reconocer que la cofradía no andaba, que el ritmo era insufrible. Gracias a Dios, se dieron cuenta de ello, y lo corrigieron a partir de entonces. Y llegaron a tiempo a la Catedral.
Ahí está el secreto, en llegar a tiempo. Porque también vivo el Viernes Santo en otra acera, la de la Soledad, cuando un hermano dijo, justo delante mía, que ya que entrábamos tarde, de correr nada, que ahora tocaba lucirse a la Reina de la Porvera, en una falta de respeto y sensibilidad total hacia las cofradías que vienen por detrás y la gente que está sentada esperando. Y nadie se da cuenta de que el Viernes Santo se perjudica a sí mismo, porque los retrasos luego, cuando las cofradías salen del primer templo jerezano, se van volviendo en tu contra peligrosamente.
Así, podríamos citar mil ejemplos más, como el despropósito de solicitar que el Santo Entierro pase la primera el Viernes Santo por la Carrera Oficial. El postre, antes que el filete. Una locura, sin más.
Pues echen la vista atrás, y recuerden que hace tres años, el día problemático era la Madrugá. Que hubo un conato de una hermandad de llevar el caso a Palacio o más allá. Hagan memoria, que también hubo una reunión de los hermanos mayores para ponerse de acuerdo, y también el Consejo lo tiró a la basura. Y se rehizo todo, sin necesidad de reuniones absurdas de tres horas, y las hermandades se comprometieron a cumplir sus horarios. Y resultó que el día más difícil, se convirtió en una balsa de aceite para todos, y que hermandades como la Yedra dieron un ejemplo de seriedad.
Cumplan todas los horarios, y déjense de gaitas. Que esas no pueden sonar el Sábado Santo...
(Artículo publicado en LA VOZ, el 15 de febrero de 2009)

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