COFRADEMANIA

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cádiz quiere conquistarnos


Soy de esa generación que creció viendo Famacia de Guardia. No sé si ustedes recuerdan, era una serie de Antonio Mercero, que discurría entre el mostrador y la salita de estar del establecimiento, entre jeringuillas, angileptoles y nolotiles. Era una familia bien de la sociedad española de la época, con un Carlos Larrañaga espléndido en el papel de padre de familia que no se entera de nada, pero que se beneficiaba a toda la que podía. Tiempo después, eso no ha cambiado mucho, ahora que lo pienso. Pero bueno, a lo que iba, que Larrañaga no está apuntado al Santo Crucifijo ni a la Coronación, y no creo que les importe demasiado su vida y milagros.
Les decía que la serie iba sobre un padre de familia que no se enteraba de la misa la mitad, y un día tuvo que explicarle a su hijo, de apenas unos diez años, no recuerdo bien el nombre, que tenía fimosis. Y claro, para no meterse en muchos gastos, le dijo que lo mirara en el diccionario. Fimosis es una estrechez del orificio del prepucio, que impide la salida del glande, es lo que encontró la criatura. Imaginen la cara del pequeño... La siguiente pregunta era obligada, claro.
Papi... ¿Qué es el prepucio? Los ojos del padre se salían de las órbitas. ¡Nene, mira en el diccionario! Piel móvil que cubre el glande. ¡Otra vez el glande!, pensó la criatura. Ya está papá, no me digas más, voy a ver qué es el glande ahora mismo. Y por glande, mientas el padre pedía un calmante, la madre se desternillaba en el mostrador de la botica, y el hermano le decía que lo que le iban a hacer iba a permitir que su soldadito de plomo ascendiera a Capitán General, encontró que es la cabeza del miembro viril.
Y claro, el niño dijo que de hacerle una raja en el pito, ni mijita, que hasta ahí podíamos llegar.
Pues todo esto viene a cuento porque el otro día, en la casa de hermandad del Santo Crucifijo de la Salud, si llega a haber una cámara pagamos la restauración de manto, vamos. Estamos tan tranquilos, y llega uno de nuestros hermanos indignado de la Catedral, del Triduo del Valle, porque al bueno de Antonio Ceballos, que por si no lo conocen es el ordinario (disculpen, a los obispos se les puede llamar así) de la diócesis de Cádiz, se le ocurrió hacer la procesión de entrada con la caulícula hacia delante.
Imaginen la cara, nosotros que estábamos hablando de temas banales, de los que estábamos allí. Y claro, la pregunta era obligada. ¿Oye, hijo... la caulícula... qué es? Alguno pensó que el prelado gaditano había entrado con la clavícula desencajada, por supuesto. Y resultó que la caulícula es el remate del báculo del pastor, que en función de cómo vaya orientada, señala la jurisprudencia del obispo en el lugar. Por supuesto, báculo, solideo o jurisprudencia fueron preguntados por algunos otros, mientras que muchos reíamos a mandícula batiente con la Cruzcampo (no tan fría como la del Cristo, por cierto) en la mano.
Así que mientras me enteré que el obispo de Cádiz quiere hacer suya la diócesis de Jerez por llevar el báculo hacia delante, cosa que sólo puede hacer en su diócesis, me acordé de ese capítulo. Y juré allí que escribiría esto. Porque aunque me ría, cofrades que se fijen en estos detalles, son los que merecen la pena. El resto reímos de pura ignorancia.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 02 de noviembre de 2008)

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