COFRADEMANIA

domingo, 7 de diciembre de 2008

Buscando un Refugio...


Creo en las nuevas hermandades que van saliendo, porque creo en la Divina Providencia y en el trabajo bien hecho. En ambas cosas casi por igual, aunque reconozco que la balanza todavía, y espero que por muchos años, se inclina más por lo divino que por lo humano. Confío en ellas porque están asumiendo un protagonismo inusitado en la última década, y posiblemente todavía nadie haya hecho un análisis profundo sobre el cambio drástico que nuestra Semana Santa está experimentando con la llegada de hermandades como la Clemencia, el Soberano Poder, el Consuelo, la Redención o ahora la Paz.
Sin duda, las hermandades de nueva creación están asumiendo unas competencias que no serían de recibo si las cofradías más antiguas y con más solera de la ciudad no pasaran por una sonada crisis de ideas, dinero y personas. Y si profundizáramos algo más en esto, la verdad que no sabría decir cuál de las tres es más preocupante, pero lo cierto es que muchas de nuestras más arraigadas cofradías no son sino la sombra del esplendor que viven el día de su salida procesional, por mucho que nos duela reconocerlo públicamente.
Pues en medio de este desierto cualitativo y cuantitativo, apareció como un oasis hace ya más de una década la hermandad de la Clemencia, con las bendiciones del que era obispo de la ciudad, Rafael Bellido Caro, y la incertidumbre del resto de las cofradías jerezanas, que hablaban de imposibilidades geográficas y monetarias para ser una hermandad siquiera de media tabla, permítanme el simil futbolístico. Hoy en día, a la Clemencia se la distingue como una de las hermandades con más categoría a la hora de preparar el Vía Crucis, con un paso de misterio a la altura del mejor de Jerez, una imagen titular popular y carismática y un cortejo de nazarenos que ha servido de ejemplo incluso para las cofradías más serias de la ciudad, gracias a su compostura y elegancia, y sobre todo, gracias a la velocidad de paso de esta cofradía del Martes Santo, que situó el Polígono de San Benito más cerca de la Carrera Oficial que muchas barrios a los que se llega por la calle Francos.
Abrió el camino la Clemencia, y muchos otros cogieron el testigo una vez pasado el estallido que supuso su primera incursión en la Carrera Oficial, allá por la Magna. Porque lo complicado, y eso fue lo que enseñó esta hermandad, no era ser fundada, sino mantenerse una vez pasada la fiebre. Como todo en la vida, lo dificil es mantenerse una vez llegado a tu techo, o aparentar al menos que tu techo está lejos todavía.
En esas están los amigos de la Clemencia, y el mismo camino están ya recorriendo, con mayor o menos fortuna, hermandades como el Soberano Poder, con un ejército de jóvenes y un barrio por detrás empujando, o el Consuelo, con sus trazas de cofradía añeja y gusto estético sin comparación. Y en la línea de salida, se coloca la hermandad de la Paz, mirando al horizonte y sin ver siquiera un dorsal al que agarrarse en esta carrera desenfrenada por colocarse en los primeros puestos de la órbita cofrade de la ciudad.
Pues más que correr, yo les aconsejaría que siguieran su ritmo, porque hasta ahora bien que les está yendo. Con un proyecto de paso de misterio de campanillas, un barrio ansioso de incienso, un Jerez cofrade criticando (para bien y para mal, como a las grandes, y ese es el mejor síntoma) y un grupo humano de mucha categoría. Hoy bendicen a su imagen titular dolorosa, y la han querido llamar Refugio. Y me gusta esa advocación. Mucho, además. Me suena a Amparo, Socorro o Patrocinio, que son las virtudes más importantes de una buena madre.
Pues ese es mi consejo... Buscar un buen Refugio, para cuando las cartas pinten bastos. Que pintarán...
(Artículo publicado en LA VOZ el 7 de diciembre de 2008. Foto: www.lavozdigital.es)

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