COFRADEMANIA

viernes, 10 de abril de 2009

El Viernes Santo es el fin de la Semana Santa, a la espera de un sábado mejor


Hay ganas de Sábado Santo entre los cofrades de la ciudad, y eso se nota. Y mucho más este año, donde gracias al buen clima y al buen hacer de todas las cofradías, los cortejos procesionales se han visto acompañados de numerosos fieles durante todo su recorrido. Por tanto, no es de extrañar que pese a que el viernes sea el broche de oro de la Semana Santa jerezana, muchos cofrades pongan rumbo mañana sábado a Sevilla o Granada, donde este año hay una magna de palios, para continuar saciando la sed de cofradías que existe en la ciudad. Por tanto, el Viernes Santo es el último día de procesiones en Jerez, y de procesiones con nombre y apellidos, grandes en devoción, historia, arte y cultura, y un buen ejemplo de avance en las cosas que siempre han demandado los cofrades.
A saber, desde la parroquia de las Viñas nos llega la hermandad de la Exaltación, que inmersa en la celebración del cincuenta aniversario de la cofradía, estrenará este año el frontal del paso de misterio, tallado por Pineda, los faldones, pintados por el artista portuense David Calleja y alguna figura secundaria del paso de misterio. Y a estas obras deben sumarse las que estrenarán con motivo del aniversario de la cofradía, que pasarán por los guiones sacramentales y de penitencia, y algunos avances más en el paso del Señor. Así que desde la Fábrica de Botellas se nos presenta una cofradía que durante años se ha volcado en el paso de palio de la Concepción y que ahora, a pasos agigantados, intenta compensar esas carencias con ideas frescas e innovadoras que la sitúan entre las hermandades más activas de nuestra Semana Santa.
En el barrio de San Pedro reside la hermandad del Loreto, una cofradía decimonónica donde las haya, y que plantea una alternativa estética al resto de la jornada, así que no debería perderse el paso de esta cofradía por Antona de Dios a la salida, o por la calle Tornería de recogía. Una delicia para los sentidos, con buenos mandos en el martillo y un criterio claro y afinado en la dirección de cofradía.
María Santísima del Valle luce coronada desde el pasado mes de noviembre, así que por primera vez en su historia le hará sombra al Cristo de la Expiración, hasta ahora dueño y señor de la cofradía que llega desde la Ermita de San Telmo. Será buen momento para apreciar de nuevo la fastuosidad de la corona de oro, elaborada por Orfebrería Triana, o el magnífico paso de palio de Carrasquilla, así como perderse en la melena al viento del Cristo de la Expiración, que juega caprichosa con los claroscuros de la vela de la cruz.
Y por supuesto, será el momento de acordarse que Cristo ha muerto por nosotros, gracias al Descendimiento que viene desde la calle Porvera, o al Santo Entierro que llega desde la calle Taxdirt. Cristo ha muerto, y hasta el domingo de resurrección hay que velarle en la soledad. Soledad, que llega con un clavo en las manos, con la mirada perdida del dolor y el corazón abierto en el pecho. La soledad, la advocación más grande de la Semana Santa, porque a todos acoge. La Virgen de todos, la Señora de todos. La Soledad, la Reina de la Porvera.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 10 de abril de 2009)

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