COFRADEMANIA

lunes, 20 de julio de 2009

El esplendor de la Reina del Carmelo

Ayer fue un día grande para la ciudad, y lo fue de nuevo gracias a la aportación de las cofradías que conforman la misma. Jerez se volcó, se echó literalmente a la calle para recibir a una de las devociones marianas más importantes y arraigadas de cuantas procesionan a lo largo del año por las calles de nuestra localidad, y lo hizo pese al fuerte calor reinante.
Todo en la procesión del Carmen incita a salir a la calle a disfrutar de una buena velada cofrade, y la procesión no defraudó en absoluto. Es la devoción al Carmen una fe tan arraigada, tan profunda, que desde hace muchos años la estética de la procesión está más que consolidada, a salvo de modas y estilismos que varíen la sustancia primitiva de esta magnífica procesión de gloria. Para empezar, los Caballeros de la Orden del Carmen apuestan por la calidad frente a la calidad, y lo hacen en todos los ámbitos.
Comenzando por el cortejo, donde el número de devotos va recuperándose tras unos años de peligroso estancamiento aunque no ha llegado a recordar aquellas filas interminables de escapularios marrones que precedían a la Reina del Carmelo. No muchos, por tanto, pero con una fe y una devoción desmedida.
Y si nos atenemos a los elementos estéticos de la procesión, uno de los aspectos más comentados una vez recogida la cofradía, la hermandad gana por goleada. Primero, por el valor material de lo que ponen en la calle, y segundo, por el exquisito gusto a la hora de colocarlo. Así, ver la corona del Carmen sobre las sienes de la imagen gloriosa es sin duda uno de los placeres estéticos más impactantes que pueda sentir un cofrade. Porque si bien la corona es portentosa, y eso nadie lo puede negar, José Carlos Gutiérrez continúa con su evidente progreso como vestidor, que lo sitúa en los primeros puestos de un imaginario escalafón de vestidores de la ciudad. Espectacular la Señora, perfectamente vestida por este joven cofrade que poco a poco va ganándose el respeto de las hermandades y cofradías de la ciudad.
Y si Ella iba espectacular, lo que la rodeaba no le iba a la zaga. El banderín del Carmen, una joya del bordado del siglo XX que mezcla el oro y las sedas bajo la técnica del milanés, anticipaba la llegada de un paso que venía espléndido, exornado con flores blancas clásicas. Andando de manera soberbia, la cuadrilla que dirigió ayer Rodrigo Daza puede que por última vez, ganaba metros en un recorrido que es la envidia sana del resto de hermandades, gracias al carácter festivo que la ciudad tiene en este día, y la apertura de todo tipo de comercios al paso de la Señora, especialmente los dedicados a la hostelería.
Un verdadero lujo, que se vio completado con la participación, un año más, de la banda del Maestro Tejera, una de esas agrupaciones que nos recuerdan la importancia de contar con un repertorio cuidado y selecto tras nuestras imágenes. Selecto, como lo es la Virgen del Carmen.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 17 de julio de 2009. Foto: Esteban)

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