COFRADEMANIA

domingo, 31 de enero de 2010

López de Eguileta

Tengo un buen amigo, del que les he hablado en alguna ocasión. Lo he hecho sin decir su nombre, quizá porque creí que no era necesario hacerlo en su momento. Se llama Javier Jiménez López de Eguileta, y puedo presumir de que forma parte de la Junta de Gobierno de mi hermandad. No es un cofrade al uso. Creo que no podrá decirles el nombre de más de tres capataces de Jerez en menos de cinco segundos, aunque puede que incluso eso controle en silencio, ahora que lo pienso. No sabe demasiado de música, a menos que sea sacra, y créanme, Coronación de la Macarena no entra en ese perfil. Sabe leer y traducir latín con una precisión que espanta, y lo verán ustedes en alguna que otra Función Principal acolitando con esmero.
Cofrade discreto donde los haya, es raro verlo criticar algo que no sea de liturgia, pero siempre con el espíritu constructivo de quien sabe más que los demás pero no quiere imponerlo. El tiempo le ha hecho entender que las cofradías no deben buscar sólo lo espiritual, pero ahora busca con mayor ahínco si cabe las gracias y bienes espirituales que puede reportar para los miembros de su hermandad las agregaciones y filiaciones históricas que tenga la cofradía.
No le verán moverse en el altar, pese a que ha visto abusos litúrgicos incluso de los obispos. Y trabaja incansablemente por engrandecer la historia y la devoción de sus imágenes titulares. Y me apetecía que ustedes supieran que existe este tipo de cofrades, que son patrimonio del Santo Crucifijo y que los admiro por sus conocimientos y dedicación.
(Artículo publicado en LA VOZ, el 31 de enero de 2010.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario